martes, 15 de febrero de 2011

El ilusionista (L' Illusionniste)

Sinopsis: Desde que las estrellas del rock y el pop han tomado los escenarios, parece que ya no hay lugar para un viejo ilusionista. Debido a las nuevas preferencias del público y a su precaria situación económica, nuestro protagonista se ve obligado a actuar en sórdidos tugurios. En uno de ellos -un mugriento pub escocés- conocerá a una joven inocente que dará un nuevo rumbo a su vida.





Título: El ilusionista
Título original: L' Illusionniste
País: Francia
Productora: Django Films
Director: Sylvain Chomet
Guión: Sylvain Chomet, Jacques Tati













Un angel para tu soledad

Dentro del contexto del cine animado, nos encontramos con esta joyita del cine francés, muy del estilo de “Las trillizas de Belleville”, aunque esta (“El ilusionista”, tal su traducción del original) es mucho más oscura que la anterior, lo cual nos lleva a un análisis despojado casi de alegría y sumergiéndonos dentro del barro de las soledades en la que esta historia nos envuelve desde el comienzo mismo. Arrancando con una variedad de animación en distintos tonos de grises, tan grises como la vida de nuestro protagonista. Que empieza a recibir color (en la cinta, no en la vida de nuestro mago) con el correr de sus viajes en solitario a través de los distintos escenarios de Europa.
Alejadísima del estilo de cine de animación al estilo Disney, nos encontramos con una historia que se encarga de mostrarnos la soledad en una de sus vetas mas tristes, dándonos a conocer la vida de un mago de vaudeville solitario, quien se acostumbra a vivir con esa forma de vida a cuestas, aceptándola y tal vez sin darse cuenta de su propio destino, entre viaje de teatro a teatro, siempre dentro del ámbito de los espectáculos de variedades, donde se mezclan shows de clowns tristes, malabaristas saltarines y  hasta las recién surgidas bandas de rock sesentoso, plagadas de público femenino adolescente que llena de gritos histéricos las salas, para que, cuando terminen su performance, quede nuestro ilusionista solito en el escenario, haciendo su show lleno de tedio, para los mínimos espectadores que quedan en el teatro, todo dentro del marco de fines de los años sesenta, donde este tipo de espectáculos, el vaudeville, empezaba a encontrar su decadencia dentro de un mundo que ya empezaba a deslumbrarse con otro tipo de shows, donde la magia tradicional pasaba a ser algo viejo, aburrido y ya visto.
Todo show circense tiene un dejo triste en su haber, y supongo que ese extraño designio les toca desde el momento en el cual el circo dejó de ser algo que conmueva por su variedad y sorpresa, para ser algo que uno mira sin mirar, como las señales de ajuste de televisión (tal vez la televisión mató al circo? Uno no tendría que alejarse de su living para tener secuencias de “freak show” al alcance de la mano), donde uno espera que cambie lo tedioso para pasar a ver algo distinto. Lo que una vez fue una vida de gitanos que iban de pueblo en pueblo para deslumbrar a públicos que se asombraban ante los distintos espectáculos que podrían brindar y que encantaban con las sorpresas de ver salir un conejo de una galera, ante la falta de novedad y la repetición del truco mismo; ese público empieza a ignorar a esos artistas del burlesque o a burlarse de esas presentaciones, pues ya vieron hasta el hartazgo dichas performances sin actualización. Con esto es que tiene que lidiar nuestro mago agobiado en cada una de sus presentaciones. Pero lo vive sin sobresaltos, sabe que ese es su destino y lo acepta como tal.
Así es que, en ese raid de viajes de un lugar a otro, intentando ganarse un billetito mínimo,  llega a un pueblito del norte de Inglaterra, donde se encuentra con una chica adolescente en un bar pueblerino donde tiene que hacer su misma presentación nuestro protagonista, y esta joven se maravilla con la presencia del mago. Luego de que este realiza su performance habitual y abandona el pueblo, ella decide acompañarlo casi de prepo y el acepta esa compañía inusitada como algo natural. Ella, al empezar a recorrer grandes ciudades junto a nuestro solitario ilusionista, se maravilla ante la civilización que desconocía y empieza a deslumbrarse con el consumo que se presenta ante sus ojos, se maravilla ante los zapatos o vestidos de las tiendas y se los pide a su “protector” de manera casi natural. Este viviendo la compañía como algo distinto y que lo saca del tedio de su soledad a la cual ya se había acostumbrado, empieza a consentir los pedidos de esta niña adolescente y casi mujer.
Historia sin grandes alegrías, con dialogo casi nulo durante todo el film, pero de una gran riqueza visual; la desilusión ronda siempre en el aire, pero no es mostrada desde un lugar agobiante que nos haga cargar una mochila de dolor mientras la estamos mirando, sino que es presentada desde la visión de que la soledad puede ser algo normal para determinadas personas. Cuyo descubrimiento de esa situación puede cambiarla la presencia de alguien nuevo. Y esa persona con su presencia o no, puede mostrarnos el tipo de vida que se está llevando por el simple hecho de vivir, por una vez, algo distinto.

Puntuación: 6 Favitos.-

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