Sinopsis: Hugo Cabret es un astuto e ingenioso niño huérfano que vive escondido entre las paredes de una estación de tren en París. Con la ayuda de una niña, busca la respuesta de un misterio que une a su padre, que acaba de perder, al dueño de una tienda de juguetes y a un candado en forma de corazón, al parecer sin llave.
Título original: Hugo
Género: Aventuras
Duración: 126 minutos
Origen: Estados Unidos
Interpretes: Asa Butterfield, Ben Kingsley, Chloe Grace Moretz, Christopher Lee, Jude Law, Ray Winstone, Sacha Baron Cohen
Director: Martin Scoresese
Guionista: John Logan
Director de fotografía: Robert Richardson
Música: Howard Shore
Montaje: Thelma Schoonmaker
La imaginación al poder
Belleza. Es la palabra que mejor describe esta última
realización de Martin Scorcese. Arranco a comentarla desde un aspecto técnico:
Cuando James Cameron hizo “Avatar”, fue la primera vez en la historia del cine
que, utilizando la técnica de las tres dimensiones , evito tirarnos cosas en la
cara para meternos adentro de la historia; uno se sentía en medio de todo ese
mundo nuevo y logró darnos una sensación de inclusión. Esto es lo único bueno
que puedo decir de esa producción ya que es una vil copia de “Viaje a la Luna”
del año mil novecientos dos, y esta referencia que estoy haciendo no es casual.
Scorcese aquí logró algo que jamás había visto, darle volumen y densidad al 3D;
absolutamente todas las escenas llenan la pantalla de personas y objetos
otorgándonos el placer de sentirnos parte de la historia. Todo el tiempo nos
sentimos maravillados tratando de captar absolutamente todos los detalles que
nos ofrece la pantalla. Esto no va en descredito del guión, lo potencia. La
maravilla visual que logra contagiarnos, juntos con la excelente puesta y el
gran trabajo de todos los actores excelentemente dirigidos, hacen de esta
película una obra de arte.
La película está marcada por dos partes bien diferenciadas
una de la otra. La primera mitad, el pequeño protagonista (Asa Butterfield, conmueve
en cada plano), se encuentra solo en la terminal de trenes de París, luego de
la muerte de su padre y el abandono de un tío borracho. Para no ser
descubierto, vive a la sombra del mundo que lo rodea, arreglando y dando cuerda
a los relojes de la estación, mientras intenta descifrar el enigma que
representa el arreglo de una máquina que su padre había comprado en un museo
(otro detalle de genialidad, ante cada plano del robot, parece que su expresión
cambiara, ajustándose al ritmo dramático de cada escena). La segunda mitad, es
un complejo homenaje a la historia del cine. Supone por parte del director, el
gran amor que tiene por su profesión, y nos envicia a todos, poniendo en
pantalla las sensaciones que cada uno de nosotros tenemos al sentarnos en la butaca
ante la pantalla blanca. Nos muestra con solvencia, la emoción y abstracción
que tiene cada espectador mirando una película, mostrándonos historia y exponiéndonos
a nosotros mismos y nuestras expresiones embobadas ante el lienzo clarito. Si
la primera parte es genial sin que le falte dosis de suspenso y drama, la
segunda mitad sube tres escalones de perfección donde pensamos que ya no podía
subir más. Notable.
Es raro encontrar películas donde uno salga extasiado de la
emoción, sintiendo que acabamos de pasar un gran momento y con una sonrisa
pegada en nuestra cara por el placer recibido. Este tipo de cine es el que me
llena el alma. Luego de verla, no me alcanzaban las palabras para describir
tantas sensaciones generadas por este film. Cuando uno se encuentra ante estas
gemas que esporádicamente aparecen, no queda más que alabar y agradecer por el
placer vivido. La perfección tiene su premio. Ahí va.
Puntuación: 10 Favitos.-
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